La polémica sobre quién descubrió Machu Picchu incluye muchas historias, no siempre agradables. Desde saqueadores sin escrúpulos, hasta exploradores, y juicios internacionales por el material arqueológico… hay de todo. Conoce los detalles aquí.
Para empezar, lo justo sería decir que Machu Picchu no fue “descubierto” porque los pobladores de Cusco siempre supieron de su existencia. Tampoco era una “ciudad perdida de los Incas” como se popularizó su nombre.
El hito que se conoce como el descubrimiento de Machu Picchu fue, en realidad, su puesta en valor al hacer público el hallazgo a nivel internacional, a través del trabajo del explorador estadounidense Hiram Bingham en 1911.
Sin embargo, 9 años antes de Bingham, en 1902, el cuzqueño Agustín Lizárraga (señalado como quien descubrió Machu Picchu realmente) dejó una inscripción en una de las piedras de la ciudadela como prueba de su visita.
Lizárraga no vivió lo suficiente para reclamar el crédito de su descubrimiento: murió ahogado en el río río Vilcanota en 1912, un año después de la llegada de Bingham.
Otras investigaciones apuntan a que, más de 40 años antes, un empresario alemán llamado Augusto Berns no sólo había llegado hasta Machu Picchu, sino que se había encargado de saquear sus tesoros con la autorización de personalidades del gobierno peruano de turno.
En 1913 la edición aniversario de la revista National Geographic estuvo dedicada por completo a Machu Picchu.
En sus primeros diarios, Bingham le dió el crédito al agricultor peruano Agustín Lizárraga por el descubrimiento de Machu Picchu, pero en las ediciones de su libro “La ciudad perdida de los incas” omitió este “detalle” y se adjudica todo el mérito de haber sido quien descubrió Machu Picchu.
Como “descubridor de Machu Picchu” en 1911 Hiram Bingham hizo dos viajes más a Perú. En 1912 la expedición fue financiada por la Universidad de Yale y la National Geographic Society; mientras que en 1915 Bingham exploró el Valle Sagrado y los Caminos del Inca.
En 1912 se autorizó al explorador a exportar piezas arqueológicas a Estados Unidos por máximo 18 meses. El estado peruano se reservaba el derecho de exigir la devolución de las piezas pasado este tiempo.
Dos años más tarde, 1916 se autoriza a la Universidad de Yale y la National Geographic Society a exportar más material para su estudio, también con 18 meses de plazo para la devolución.
Corría el año 1918 cuando Perú empezó el proceso para exigir la devolución de las piezas. Yale pidó plazos para continuar el estudio de los objetos pero las piezas no fueron devueltas en el siglo XX.
No fue sino hasta 2011 (cien años después de los hallazgos de Bingham) que la universidad finalmente retornó los materiales arqueológicos a Perú luego de un largo y complejo proceso judicial.
Hoy día, las casi 5000 piezas repatriadas se pueden visitar en el museo Casa Concha de Cusco donde se encuentran a buen resguardo de expertos locales.
En tu próxima visita a la ciudad de Cusco no dejes de visitar este museo. Sabiendo la historia detrás de los objetos, seguro vas a disfrutarlo mucho más.